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(Sobre el nuevo feriado 24 de marzo)
Sábado 25 de marzo de 2006
Rigurosamente incierto
Cosa rara, ayer fue celebrado el primer feriado de repudio en los anales del almanaque nacional y popular. Hasta ahora, nuestros almanaques premiaban con números distintivos las fechas de gloria patriótica, algunas de índole religiosa y unas pocas que conmemoran tradiciones festivas. No había feriados de repudio, y lo cierto es que se podrían incorporar unos cuantos, ya que la historia argentina es pródiga en fechas nefastas, ciertamente útiles para sumir a la población en congoja y, quizás, en remordimiento. A partir del desastre de Huaqui, el 20 de junio de 1811, por el que las Provincias Unidas perdieron el Alto Perú, o bien a partir del primer golpe castrense, el que derribó al Primer Triunvirato, el 8 de octubre de 1812, hay montones de fechas desgraciadas. Las premisas que catapultaron al 24 de marzo a la condición de inamovible fecha patria fueron cumplidas a destajo, hasta con exceso. Miles de ciudadanos optaron por hacerse una escapada al aire libre, a algún balneario, ya que, como aconsejaban los filósofos sofistas, el sosiego que brindan los parajes tranquilos contribuye a que toda actitud reflexiva sea más profunda y serena. Por otra parte, el hecho de que el aniversario haya caído en viernes trajo el beneficio colateral del fin de semana largo: así, mucha gente extenderá hasta mañana sus ejercicios de contrición, acaso al conjuro de una suculenta parrillada. Como se sabe, el Poder Ejecutivo propició de apuro la ley del feriado de ayer, sancionada con dócil presteza por una amplia mayoría de legisladores. A treinta años del advenimiento de la más sórdida dictadura militar, el propósito de reactivar la memoria y la conciencia sobre los años de plomo y sobre los descalabros que entraña toda ruptura del orden constitucional, era fundamento legítimo y suficiente para que la recordación se cumpliera en aulas escolares y universitarias, en templos y cuarteles, en cuanto escenario de libertad responsable acreditara ese mérito y ese prestigio. No hacían falta los mitines caudalosos y vocingleros, no hacía falta que el Gobierno invitara, tácitamente, a festivalizar la celebración. El día de ayer debió ser más laborable que nunca, como lo es en Francia cada 24 de junio, fecha que remite a 1940, a cuando el mariscal Philippe Pétain ofrendó la rendición de su país a la prepotencia nazi. En esta Argentina ciclotímica, espasmódica y contradictoria, un día de luto cívico puede ser también de batifondos y algazara. De estas imprudencias se vale el populismo para cosechar adeptos. Alguna vez el 17 de octubre fue el Día de la Lealtad, y el 18 fue San Perón. La historia también demuestra que el populismo y los feriados exóticos se llevan a las mil maravillas.
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Por Norberto Firpo Para LA NACION Link corto: http://www.lanacion.com.ar/791667
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